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La obesidad es una consecuencia de comer más de lo que el cuerpo necesita.
Escrito para Fitness por Ana Cecilia Becerril
Cuando el organismo recibe en forma de alimentos cantidades de energía mayores que las que gasta, ocurre aumento de peso. En realidad la obesidad es consecuencia de un aporte de energía superior al gasto. La actividad muscular es con mucho el gasto de energía más importante del organismo y a menudo se dice que la obesidad resulta de una ingestión de alimentos excesiva en comparación con la cantidad de ejercicio realizado.
Al hablar de los mecanismos que controlan la ingestión de alimentos, vimos que su función suele depender de la cantidad de reservas alimenticias que posee el organismo. En condiciones normales, disminuye la ingestión cuando estas reservas se acercan a la cifra óptima y se evita así que se acumulen cantidades excesivas de alimento. Sin embargo, esto no resulta evidente en ciertos obesos, que ingieren alimento hasta que su peso corporal se vuelve muy superior al normal. Por tanto, la situación real es que la obesidad suele depender de una anomalía de los mecanismos de control de ingestión de alimentos; esta puede ser debida a factores síquicos o alteraciones del propio hipotálamo.
Dentro de los factores síquicos la más frecuente es la idea muy difundida de que la alimentación correcta supone tres comidas diarias, todas ellas copiosas. Muchos niños adquieren este hábito por exceso de cuidado de sus padres y lo conservan toda la vida, además se sabe que ocurre aumento de peso considerable después de situaciones de tensión, como la muerte de una persona querida, una enfermedad grave o incluso depresión mental. Parece que el comer muchas veces es una manera de reducir la tensión y no nos damos cuenta de ello.
Las anormalidades hipotalámicas y los factores genéticos predisponen también a la obesidad y ellos requieren de estudios clínicos completos y tratamientos muy específicos para poder controlar dichas situaciones.
El tratamiento de la obesidad consiste simplemente en disminuir el aporte de energía hasta que se encuentre por debajo del gasto. En otras palabras, es una inanición parcial. Con tal fin, la mayor parte de tales regímenes contienen gran cantidad de sustancias de relleno, en general a base de celulosa o fibra que distienden el estómago y mitigan el hambre.
En el hombre su alimentación depende mucho de los hábitos y son estos los que se han ido modificando al paso de la modernización y la falta de tiempo y la facilidad de consumir alimentos de manera rápida, que no garantizan una buena concentración equilibrada de nutrientes.
En la actualidad existen varios medicamentos para reducir el apetito. Los más conocidos son los anorexigénicos que inhiben en forma directa el centro del apetito en núcleos laterales del hipotálamo. Estos productos ayudan al inicio de cualquier régimen de reducción de peso, puesto que ayuda a controlar el apetito y así podremos modificar malos hábitos en un mínimo de tiempo.
Por otro lado tenemos la inanición que es la situación opuesta de la obesidad. Además de las situaciones de falta de alimentos, la ingestión de los mismos puede disminuir mucho a consecuencia de anomalías psíquicas o hipotalámicas. Una de estas es la anorexia nerviosa, estado síquico anormal en el cual se pierde el apetito por completo, y que produce inanición grave. También ciertas lesiones destructivas del hipotálamo en particular las trombosis vasculares, pueden resultar en el estado llamado caquexia, término que significa inanición grave.
En conclusión, es necesario estar bajo un régimen alimentario adecuado para cada una de nuestras necesidades metabólicas, físicas y mentales. Se requiere de un buen estudio clínico y nutricional para determinarlas. Además el ejercicio físico es fundamental para poder mantener el equilibrio de nuestro cuerpo.
Si te vas a someter a un cambio de hábitos de alimentación pregunta a tu médico cuál es mas indicado para ti y para tu estado de salud actual.